Hay tardes que comienzan torcidas y cuesta la vida enderezarlas. Y la del Real Oviedo arrancó con la lesión de Michu a los tres minutos de partido, obligando a mover el esquema inicial y dando entrada a Pereira. En el primer fallo del conjunto oviedista, precedido de un acercamiento en ataque, Ángel le ganó la partida a David Fernández y empaló, por la escuadra, el primer disparo a puerta y el primer gol del partido, adelantando al Real Zaragoza cuando habían transcurrido quince minutos de partido. El Real Oviedo respondió en una acción que no encontró remate ni en Pereira ni en Toché, y Juan Carlos tuvo que intervenir en la otra ocasión clara de los locales, que el guardameta despejó a córner. La primera mitad terminó con la expulsión por roja directa de Héctor Verdés, y con un Real Oviedo que se hacía con la posesión pero sin llegar a crear demasiado peligro en ataque.
Ya en la segunda parte, y con Óscar Gil en detrimento de Linares, el conjunto oviedista se encontró con la acción del penalty que supuso el dos a cero en el marcador, de nuevo rubricado por Ángel. A partir de ahí el partido fue del conjunto oviedista, que dominó el juego, mantuvo la seriedad en defensa, y gozó de varias ocasiones para recortar distancias en el marcador. Un disparo raso de Susaeta que se marchó rozando el poste; un remate de cabeza de Toché, a centro de Susaeta, que también se fue desviado; y a balón parado, en el lanzamiento de falta de Varela al que no llegó Torró en el segundo palo. Precisamente, a balón parado, llegaría el gol oviedista a diez minutos del final de partido. Varela anotaba un precioso gol de falta directa, que metía de lleno al Real Oviedo en el partido, haciendo sufrir al Real Zaragoza hasta el pitido final. En este caso la superioridad en juego, a pesar de la inferioridad numérica, y la entrega del conjunto oviedista no fueron suficientes para haberse llevado un punto que hubiera sido justo de La Romareda.