LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA (2001 - 2012)
Después de trece años seguidos en 1.ª División, el objetivo al caer en la 2.ª División “A” fue el de retornar de inmediato, realizando una apuesta arriesgada que buscaba regresar a la máxima categoría, único sitio donde se presumía factible combatir los problemas económicos que acechaban al conjunto azul y que eran generalizados en todos los equipos. La no consecución del ascenso provocó que estallasen problemas de todo tipo, saliendo a relucir una multimillonaria deuda que ponía el futuro de la sociedad muy en entredicho.
Eugenio Prieto, el presidente del club durante los trece años en la máxima categoría y ese primero en 2.ª División en el que no se logró el ascenso, abandonó la entidad, sustituyéndole Manuel Lafuente, quien logró in extremis al término de esa temporada 2001/02, evitar el descenso administrativo con el que se castigaba a los equipos que tenían denuncias de futbolistas por deudas.En la siguiente, con una plantilla debilitada, una calamitosa temporada llevaría a los azules a terminar la Liga en penúltima posición, descendiendo a 2.ª “B” por segunda vez en la historia, lo que iría acompañado de un nuevo descenso, en esta ocasión administrativo, al negarse los componentes de la plantilla a retirar las denuncias que habían interpuesto contra la entidad, rechazando los compromisos de pago que se les ofrecieron. Tras unas trepidantes jornadas, al cierre del plazo, en agosto de 2003, con un doble descenso, el Real Oviedo se encontraba en 3.ª División, sin jugadores y con una deuda agobiante que había obligado a entrar en proceso concursal como único medio para intentar evitar la desaparición.En esa crítica situación, desde la alcaldía de la ciudad, el primer edil Gabino de Lorenzo impulsaría un nuevo equipo bautizado como Oviedo ACF, creado desde el modesto conjunto del Astur de la 3.ª División, para convertirlo en el nuevo conjunto representativo de la capital asturiana en sustitución del Real Oviedo.Con la afición oviedista rebelándose, entregada sin reservas a la causa de salvar a su equipo, se fueron dando los pasos necesarios para reflotarlo, algo que en muchos momentos parecía imposible. Y es que desde lo que se conocía como “los barrizales” del fútbol regional, en 3.ª División, una categoría impropia del Real Oviedo, la fidelidad de la afición se puso de manifiesto mucho más allá de lo previsible, trabajando y colaborando en todo aquello que fuese necesario para que la entidad siguiese con vida, con un número de abonados y de asistentes a los encuentros (hasta por encima de los 25.000 espectadores) superior incluso a los de algunos equipos de 1.ª División. Mientras, en lo deportivo se volvía poco a poco a la normalidad de lo que ha de ser un club de fútbol —pese a que se tardaron dos temporadas en lograr el ascenso desde la 3.ª División a la 2.ª “B”— y en los despachos Manuel Lafuente logró que se solventase el proceso concursal firmando un convenio de acreedores que posibilitaba la supervivencia de la sociedad.
Cuando parecía que lo peor había pasado, los siguientes consejos de administración que se pusieron al frente del club llevaron a cabo una gestión extradeportiva que llevaría a que, lejos de completar el proceso de recuperación que posibilitaba el convenio firmado, se reprodujesen los problemas, volviendo a estar en peligro la subsistencia de la entidad. Y en lo deportivo se firmaría el mayor borrón de la historia azul, pues la temporada 2006/07 culminaría con el retorno a 3.ª División, esta vez por deméritos deportivos, tardándose de nuevo dos temporadas en retornar, al menos, a 2.ª “B”.