Las fiestas de San Mateo 2015 han sido inauguradas esta tarde con el tradicional pregón y chupinazo desde el balcón del ayuntamiento de Oviedo, que en esta edición ha sido a cargo de los capitanes de la primera plantilla y filial del Real Oviedo, Diego Cervero y Héctor Fernández.
Ante una plaza del ayuntamiento completamente repleta, ambos han rememorado sus recuerdos de infancia, estrechamente ligados a la ciudad de Oviedo y, por supuesto, al Real Oviedo, el club de su vida. Diego Cervero ha recordado además las tres ocasiones en las que los ovetenses y oviedistas se habían encontrado en ese mismo escenario en los últimos años, en la celebración de los ascensos de 2005, 2009 y 2015, todos ellos con significados muy distintos.
Este es el texto íntegro del pregón de las fiestas de San Mateo 2015.
“Queridos paisanos….
Ovetenses, oviedistas, carbayones… es todo un honor, y también una responsabilidad, ponernos hoy ante vosotros para ser pregoneros de las fiestas de nuestra ciudad; y hacerlo en representación de un club, de una entidad y de un sentimiento que para mí lo es absolutamente todo.
No entiendo ni entendería una ciudad de Oviedo sin el Real Oviedo. Desde 1926, este club ha sido el buque insignia de los valores que esta ciudad lleva por bandera. La capacidad de lucha, orgullo, valor y garra han hecho del Real Oviedo un club señor, con la cómplice colaboración de magníficos jugadores que van desde Herrerita hasta Tensi. Desde Lángara a Carlos pasando por Dubosky.
El Real Oviedo ha paseado su escudo por Europa y nuestros jugadores han capitaneado selecciones que jugaban mundiales y eurocopas. Un club señor, al que ha hecho grande su afición. Vosotros. Ovetenses, oviedistas capaces de contagiar este sentimiento a personas de todo el planeta. De inculcárselo a vuestros hijos, nietos, sobrinos, logrando que sean del Real Oviedo aun sin haber disfrutado de esos años de gloria. Un sentimiento que yo llevo muy dentro y que ha crecido conmigo desde los primeros recuerdos que tengo de esta ciudad.
Desde que en la Guardería Santa Mónica engolaba los zapatos en la tejavana de su patio descubierto. Desde que en el Colegio de San Juan comencé a jugar al fútbol sala con pelotas de papel ya que, el patio era tan pequeño, que los balones estaban prohibidos. Desde que con 9 años hice mi primera prueba con el Real Oviedo en el Tartiere. Antic vino a saludarnos. Hasta que terminé jugando el primer partido con la camiseta del equipo de mi vida en Villamayor, en el campo del Fortuna. Recuerdo que éramos 40 chavales, al final, quedamos 20.
Mi sueño siempre fue jugar con el primer equipo. Con orgullo y emoción puedo decir que lo conseguí. Fueron muchas tardes de autobús camino de Matalablima, San Esteban, La Morgal… muchos Campeonatos de Asturias ganados y, muchos, muchísimos amigos los que me ha dado este deporte a lo largo de los años. Todo ello con el tremendo privilegio de hacerlo fiel a un sentimiento, el de mi equipo, el del equipo de mi ciudad, el Real Oviedo.
Oviedo ha sido la ciudad que me ha visto crecer y convertirme en lo que hoy soy. La calle Marques de Pidal y la calle Fruela me vieron nacer y en ellas están los recuerdos que tengo de mis abuelos. Todo tiene un sentido y seguramente una parte de mi destino ya estaba escrito. Todo giraría entorno al deporte y la medicina. Mi abuelo había sido árbitro y mi padre y mi tío médicos. Este destino maravilloso me está permitiendo disfrutar del Real Oviedo y en el futuro, me hará disfrutar de la Medicina. Oviedo cuenta con una Universidad de Medicina envidiable que me ha formado como médico en un Campus del Cristo cálido y acogedor.
Hijo de madre gallega, padre ovetense, soy el pequeño de 4 hermanos que me han inculcado lo importante que es el esfuerzo y la lucha incansable por llegar a alcanzar todos mis sueños. En lo que respecta a mi infancia, tiene sabor a barquillos del Parque San Francisco, con imágenes en blanco y negro de los primeros cortejos en el amagüestu así como, de una tiendina de chucherías que había enfrente de la Auseva.
Mis amigos, siempre ahí, compartiendo los buenos y los malos momentos desde mis primeros pasos hasta la algarabía de la Plaza América donde celebramos el tan ansiado retorno al fútbol profesional.
Al veros aquí delante me vienen a la mente los recuerdos de quedada en La Gorda, de juntarse con los amigos en el Cívico, del toque de queda a las 21:30 en casa, y de las fiestas de San Mateo en las que mamá y papá se estiraban y me permitían llegar a las tres de la madrugada. Recogía a menos cinco, apurando hasta el último segundo. Ventajas de vivir en el centro.
Recuerdos de conciertos en la Plaza de Toros, de Los Suaves o de Camela. Camela era una cita obligada porque siempre había muchas chicas y había que intentarlo. Por otro lado recuerdo aquel San Mateo en el que mi madre se me acercó y me dijo: este año no sales. Me quedé encantado en casa. Tenía 15 años y había sido convocado por la Selección Española. También recuerdo como en el merendero de Ules entre sidras, tortillas de patata y canciones de Melendi surgía Anabel en mi vida. Hoy, sorprendentemente, aún sigue a mi lado aguantándome.
A todos estos recuerdos tengo que añadir los de la añoranza. En varias ocasiones tuve que coger las maletas. Tiempo para madurar y echar de menos Oviedo, sus rincones, sus tradiciones, su cultura, su gastronomía, sus gentes, a mi gente, mis bares preferidos desde Gascona a Montecerrao, y también a mi equipo. A nuestro equipo, el Real Oviedo.
Héctor Fernández: “Al equipo de todos los ovetenses. Porque si algo no le falta a este club, y sobre todo a esta afición, es su ilusión. Poder representar hoy a todos los canteranos es un premio extraordinario. Son muchos años de entrenamientos, de competición, cargados de ilusión, soñando con poder pisar algún día el Carlos Tartiere. 22 años de vida y de unión permanente a esta ciudad. De una infancia en la que, cada tarde, salía de las Ursulinas y recorría el parque hasta llegar al antiguo Carlos Tartiere. Era la mejor manera de, poco a poco ,ir respirando lo que nos transmitía esta ciudad: fútbol. Mi primer recuerdo es de Esteban parando un penalti contra el Atlético de Madrid. Quién me iba a decir a mí que años después podría compartir un entrenamiento él.
En el 2004, con 11 años, comencé a formar parte del Real Oviedo. Eran años complicados, donde muchos preferían irse a otros equipos. En invierno era habitual que no pudiéramos ducharnos. No había agua. En alguna ocasión eran nuestros padres los que al anochecer tenían que alumbrarnos con sus coches, porque tampoco había luz.
Para Diego y para mí es un orgullo estar aquí arriba, porque sabemos cómo esta ciudad levantó a un equipo que estaba muy tocado, pero nunca hundido. Hasta ese 31 de junio de 2015, en el que hicimos historia. En el que 20 jugadores empujados por millones de corazones, como el mío, como el vuestro, lograron devolvernos al lugar en el que hoy estamos.
Una vida y una adolescencia de oviedismo, y de recuerdos de mi ciudad. De las fiestas que cada año esperábamos con ganas, de sus conciertos, de sus chiringuitos, de quedar con los amigos para dar una vuelta por la Plaza Porlier y la calle Mon. Aunque hayan pasado los años, la ilusión es la misma, y disfruto como el primer día. De nuestras fiestas, de una ciudad que es única, por su gente, por su belleza, por su gastronomía. Y por su equipo.
No estaría aquí si no fuera por mis compañeros y los que nos fueron dejando por el camino. Por los ídolos en los que te guías para intentar llegar lo más arriba posible, como el que tengo aquí al lado mío. Por mis padres que con dos hijos más que son geniales, me llevaron a todos los partidos y entrenamientos y me formaron como persona. A mi novia por supuesto que siempre estará ahí para todo, y a mis amigos. No los hay mejores. Un orgullo y un honor hablaros desde este balcón.
Diego Cervero: “Un balcón en el que ya nos habíamos encontrado en tres ocasiones. Una noche de 2005 en la que Oviedo entero se echó a la calle. Celebrábamos que estábamos vivos, que lo habíamos conseguido, que estábamos un poco más cerca de volver.
También una tarde de lunes de 2009, recién llegados de Mallorca. Había que lograrlo, era una obligación, y conseguimos volver sobre los pasos que tanto había costado recorrer. Y una última tarde, la del 1 de junio de 2015. La tarde en la que por fin pudimos gritar todos juntos: ¡ESTAMOS VOLVIENDO!.
Lo hemos conseguido entre todos, con un equipo que pasará a la historia, con una afición que se ha ganado ser conocida en todos los rincones del planeta. Una ciudad, y una gente, que ha logrado enamorar al grupo más importante del mundo, al Grupo Carso, a Arturo Elias Ayub, a don Carlos Slim, a quienes les estamos tremendamente agradecidos.
Solo entiende nuestra locura quien comparte nuestra pasión.
Pasión porque tenemos la ciudad más bonita del mundo.
Locura porque tenemos la mejor afición del planeta.
¡Puxa Asturias! ¡Hala Oviedo! ¡Y VIVA SAN MATEO!