El Real Oviedo solo se llevó un punto en una noche en la que la victoria hubiera sido más que merecida, ante un CD Tenerife al que superó en el global del partido, pero en el que faltó materializar alguna ocasión más que hubiera sentenciado el encuentro, a pesar del arbitraje.
Anquela introdujo dos cambios en el once, con Rocha y Mossa en lugar de Pucko y Christian Fernández, y el Real Oviedo despachó una gran primera parte, con mucha seriedad defensiva, control de balón y oportunidades. La primera cuando no se había cumplido el minuto de partido, en una llegada de Folch en el segundo palo, que de primeras, remató alto el centro de Mossa desde la izquierda. A los veinte minutos de encuentro era Saúl Berjón quien firmaba, con sello de calidad, el uno a cero para el Real Oviedo batiendo con un control y toque magistral al meta tinerfeño en el uno contra uno. Toché tuvo el segundo en un lanzamiento, con la derecha, que se marchó rozando el poste. Aarón Ñíguez probó suerte en lanzamiento directo de falta, que el guardameta del Tenerife envió a córner. La última antes del descanso fue de Cotugno, que probó suerte con un potente disparo desde la fronta, que el portero canario paró con apuros, y un claro penalti a Aarón, con codazo de Raúl Cámara en el área, terminó sin castigo que hubiera supuesto la pena máxima desde los once metros.
En la segunda el Real Oviedo salió a por el segundo y tuvo una clara ocasión de nuevo para haber aumentado la ventaja en el marcador, pero la lesión de Verdés y la entrada de Valentini condicionaron los primeros minutos del segundo tiempo. El Tenerife reforzó también el once con un cambio desde el banquillo, y aumentó su presencia en ataque con el paso de los minutos. Juan Villar firmaba, en uno de los pocos acercamientos a la meta de Juan Carlos, un auténtico golazo, empalando de primeras un centro que supuso el empate a uno en el marcador, precedido de una clara falta a Toché que el colegiado no decretó. El Real Oviedo peleó hasta el final, sin lograr un premio mayor que un empate, ante un Carlos Tartiere con muy buena entrada que despidió con aplausos a sus jugadores y con enfado al arbitraje.